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Ciudades con corazón de madera

La madera ha resurgido en la arquitectura moderna como una opción sostenible y versátil, capaz de almacenar carbono y reducir el impacto ambiental frente a materiales como el cemento y el acero. Sus propiedades, como el aislamiento térmico, la ligereza y la resistencia estructural, junto con avances como el CLT, facilitan su uso en grandes edificaciones. A pesar de desafíos como la durabilidad y la resistencia al fuego, la tecnología ha mejorado su desempeño, consolidándola como un material eficiente, seguro y estéticamente cálido para espacios habitables.

La madera ha sido uno de los materiales básicos de construcción en todo el mundo desde tiempos ancestrales y está viviendo ahora una segunda juventud en la arquitectura moderna. Mientras se buscan soluciones sostenibles para un mundo cada vez más edificado y consciente de la necesidad de conservar el medio ambiente, la madera se constituye como una alternativa ecológica, versátil y eficiente frente a los materiales de urbanización más tradicionales. Es un elemento que se ajusta a la perfección a los principios de la economía circular.

Ventajas 

La madera es un material de origen vegetal que, además de regenerarse, es sostenible con el medio ambiente y ofrece una gran variedad de cualidades para su uso en la construcción de viviendas. Es biodegradable, natural, flexible y renovable. Se puede cortar y explotar fácilmente y tampoco necesita agua o tiempos de secado a diferencia de cementos y hormigones. Optar por la madera no solo es una declaración de intenciones en cuanto a sostenibilidad se refiere sino que también ofrece múltiples beneficios técnicos y económicos. Algunos de ellos serían:

  • Reducción de CO₂: La madera es un material muy sostenible porque es un recurso renovable: los árboles crecen, absorben dióxido de carbono y liberan oxígeno. A lo largo de su vida útil, una tonelada de madera puede almacenar hasta 1,8 toneladas de CO₂, lo que la convierte en un excelente almacén natural de carbono. Como ejemplo patente, se puede apuntar que las emisiones de CO₂ generadas por la construcción de una casa de hormigón y acero permitirían la construcción de esa misma casa en madera y poder calentarla durante 27 años. 
  • Uso más sostenible, porque ayuda a reducir la huella de carbono y contribuye a combatir el cambio climático. Además, durante su proceso de fabricación, genera menos emisiones de gases contaminantes y el proceso de fabricación de sus productos requiere menos energía y genera menores emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con materiales como el cemento o el acero. Todo ello estimula la expansión de los bosques. Según este estudio, la madera podría ahorrar entre el 14 y el 31% la emisión global de CO2 y del 12 al 19% del consumo mundial de combustible fósil. Además, un porcentaje notable de la madera procedente de viejos edificios y demoliciones se podría volver a utilizar como madera de aserradero, otra parte podría reciclarse en tableros y el resto podría generar energía limpia.
  • Velocidad de construcción y seguridad: Hoy en día, materiales como la madera laminada cruzada (CLT) o la madera modificada molecularmente (madera acetilada) permiten construir edificios altos con una resistencia, durabilidad y estabilidad comparable a las estructuras de acero y hormigón. Esta innovación ha permitido que la madera se utilice en proyectos de gran envergadura y complejidad, demostrando que es posible combinar tradición y modernidad sin sacrificar la sostenibilidad. Las estructuras de madera prefabricadas se ensamblan con rapidez y precisión reduciéndose el tiempo de construcción y disminuyendo los costos asociados, como mano de obra y alquiler de equipos. En proyectos urbanos, esta eficiencia puede ser un factor decisivo para minimizar las molestias y el impacto en la comunidad local. 
  • Ligereza y resistencia: La madera estructural tiene una relación resistencia/peso un 20% mayor que el acero estructural y entre cuatro y cinco veces mayor que el cemento no reforzado en compresión, por lo que su capacidad para soportar grandes cargas y tensiones la convierte en un material altamente competitivo. Esto facilita su transporte y manipulación en obra, especialmente en áreas de difícil acceso o en rehabilitaciones de edificios existentes. 
  • Propiedades térmicas: La madera está compuesta por una serie de fibras huecas que contienen aire, por lo que le permiten aislar y ejercer de barrera natural. Tiene una baja conductividad calorífica, lo que contribuye a mantener temperaturas interiores más estables y confortables. El aislamiento térmico que proporciona la madera es sobresaliente: 15 veces mejor que el hormigón, 400 veces mejor que el acero y 1.770 veces mejor que el aluminio.
  • Propiedades acústicas: Sus cualidades la hacen ideal para reducir la transmisión de ruidos, mejorando así la calidad de vida en el interior de los edificios.
  • Estética y bienestar: La madera aporta calidez y belleza natural a los espacios. Su uso en interiores puede tener efectos psicológicos positivos, creando ambientes más agradables y acogedores que fomentan el bienestar de sus ocupantes.

La madera se presenta como una opción cada vez más viable en la construcción sostenible. Su capacidad para reducir la huella de carbono y sus propiedades naturales de aislamiento la posicionan como un material clave, aunque enfrenta retos en términos de normativa y percepción de durabilidad.

Retos

A pesar de sus múltiples ventajas, la construcción con madera aún enfrenta ciertos desafíos. Entre ellos, la percepción de menor durabilidad es uno de los más arraigados. Aunque la madera es susceptible a la humedad y a las plagas, estos problemas pueden mitigarse con tratamientos adecuados y técnicas de construcción avanzadas. La durabilidad de la madera en ambientes controlados y bien diseñados puede ser comparable o incluso superior a la de otros materiales. Su vida útil es superior a un siglo.

La resistencia al fuego es otro aspecto que suele generar preocupación. Sin embargo, la madera se comporta de manera predecible ante la combustión, ardiendo de manera controlada y manteniendo su capacidad estructural durante más tiempo que el acero, que puede colapsar súbitamente a altas temperaturas. Además, el uso del CLT y los recubrimientos ignífugos mejoran su desempeño frente a un posible incendio.

Finalmente, existen barreras regulatorias y normativas que limitan el uso de la madera en ciertas tipologías de edificaciones, especialmente en edificios de gran altura. Sin embargo, estas restricciones están comenzando a flexibilizarse gracias a la creciente evidencia científica y a la influencia de arquitectos y promotores que buscan soluciones más sostenibles.

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