La IA como catalizadora de eficiencia y rigor
En un mercado que exige cada vez mayor velocidad y precisión, la inteligencia artificial y el análisis de big data se presentan como aliadas fundamentales para las tasaciones sostenibles. Estas tecnologías, lejos de ser meros instrumentos de automatización, tienen el potencial de redefinir la forma en que se captura, procesa y valida la información ESG aplicada al entorno construido.
La verdadera ventaja de la IA radica en su capacidad de aprendizaje continuo. A través del back‑testing, los algoritmos comparan sus predicciones de valor con los precios de mercado reales, ajustando automáticamente sus parámetros para mejorar la precisión. Este ciclo iterativo no solo optimiza las estimaciones, sino que genera un cuerpo de conocimiento propio, donde cada nueva transacción enriquece la base de datos global.
La transparencia algorítmica cobra especial relevancia en este contexto.
Para que las entidades financiadoras confíen en los resultados, es imprescindible que los modelos sean auditables: cada decisión debe documentarse con su fuente de datos, versión de algoritmo y criterio de cálculo.
En definitiva, la IA no reemplaza al experto tasador, sino que amplifica su capacidad de análisis. Al poner a su disposición dashboards interactivos y escenarios predictivos, la tecnología permite focalizar el juicio profesional en aquellos aspectos de mayor valor añadido, mientras se delega en los algoritmos la tarea de procesar volúmenes masivos de datos con consistencia, objetividad y velocidad.
Homogeneidad de metodologías en diferentes jurisdicciones
El desafío de incorporar la sostenibilidad no conoce fronteras. Mientras en España se implementa la Orden ECM/599/2025, otros mercados se rigen por normativas distintas y por las directrices de estándares internacionales como los del RICS. Esta diversidad regulatoria puede dar lugar a inconsistencias en la valoración de portfolios multinacionales, afectando la comparabilidad de los activos y la gestión de riesgos a escala global.
Para hacer frente a esta fragmentación, dos movimientos deberían avanzar de forma coordinada:
- Aproximación entre RICS y normativa ECO: establecer un puente conceptual que traduzca los requerimientos de la Orden española a los Valuation Practice Standards (VPS) del Red Book, adaptando definiciones, criterios de datos y umbrales, al menos en datos tan objetivos como los relacionados con la ponderación en sostenibilidad el inmueble.
- Desarrollo de marcos de alineación transfronterizos: impulsar guías conjuntas, promovidas por organismos profesionales y reguladores, que definan un lenguaje común para certificados energéticos, indicadores climáticos y métricas de biodiversidad, independientemente de la jurisdicción.
Sin esta homogeneidad, los inversores afrontarán dificultades al comparar carteras en diferentes países y las entidades financiadoras deberán asumir provisiones adicionales por la incertidumbre generada. La colaboración entre asociaciones de tasación, reguladores y consultoras internacionales será clave para impulsar esta agenda y convertirla en un estándar global, a riesgo de descartarla por falta de alcance.
Reflexiones finales
El momento es ahora.
La Orden ECM/599/2025 abre una ventana de oportunidad para consolidar un mercado hipotecario más resiliente, transparente y alineado con los retos climáticos. Pero su éxito dependerá de la colaboración entre entidades financiadoras, sociedades de tasación, regulador y consultoras especializadas.
Solo si aprovechamos la IA, la gobernanza de datos y la formación para dotar de sustancia al Principio de Sostenibilidad, lograremos convertir la regulación en un motor real de cambio. Y, no menos importante, ofrecer a inversores y prestatarios la confianza de que el valor de sus activos refleja fielmente su eficiencia, su resiliencia y su capacidad para mitigar riesgos futuros.