Soluciones posibles
La salida pasa por acordar programas verticales por industria con un mismo tablero de mando para todos los actores. El plástico es la prioridad inmediata, pero las decisiones se toman considerando energía, emisiones y agua. Lo esencial es dejar de “gestionar residuos” para gestionar entradas y usos: evitar en origen lo que no puede reciclarse, diseñar para retorno donde la logística lo permite y asegurar, con datos, que el destino final cumple lo prometido.
En la práctica, el cambio se articula en cuatro movimientos. Diseño: selección de materiales y formatos estándar, preferencia por monomaterial y, cuando sea viable, reutilización. Operación: rituales simples que sostienen el día a día —dispensadores recargables, vajilla retornable, reposición coordinada con housekeeping y facility—. Contratos: green leases y SLA con métricas comunes (kg por unidad de servicio, tasa de retorno, contaminación del flujo, consumo de agua y energía del lavado), verificación proporcional al riesgo. Financiación: el coste del capital baja si los ahorros netos y las tasas de retorno se alcanzan y se acreditan; sube si no.
La logística inversa es la condición de posibilidad. Sin rutas de retorno predecibles, hubs de consolidación y lavado cercanos, activos etiquetados y objetivos de pérdida por debajo de umbrales claros, la reutilización no cierra el círculo. El tiempo de ciclo, el factor de carga y la tasa de retorno se convierten en indicadores operativos que deciden si una solución merece escalar.
El reparto de costes y riesgos se rige por una regla comprensible: quien más impacto genera y quien más capacidad de control tiene aporta más. Marcas y proveedores con materiales complejos o mala reciclabilidad asumen una fracción mayor; operadores que elevan la contaminación del flujo también. A la inversa, los participantes que logran ahorros verificados acceden a mejor financiación mediante reducciones automáticas de margen.
Cada vertical adapta el cómo, pero habla el mismo idioma. En moda, el énfasis recae en embalajes y logística tienda–almacén; en hoteles y oficinas, en amenities, F&B y contratos de residuos; en alimentación, en circuitos de reutilización donde la inocuidad esté garantizada y, fuera de ellos, en ecodiseño real. Un lenguaje común de KPI y un sistema de incentivos que premia los resultados son el puente entre ambición y ejecución.
Aunque el núcleo operativo lo formen plásticos, energía, emisiones y agua, cada vertical evaluará variables complementarias cuando sean materiales para su desempeño —por ejemplo, química de materiales, calidad de ambiente interior, desperdicio alimentario en activos con F&B o resiliencia ante olas de calor e inundaciones—. Para no complicar el discurso y facilitar la estandarización que piden financiadores y organismos supranacionales (p. ej., BEI, Banco Mundial), trabajaremos con un núcleo de indicadores comunes y un pequeño set específico por industria, compartiendo definiciones y métodos de medición y verificación. Así preservamos comparabilidad sin perder relevancia sectorial.
Reflexiones finales
El cierre de puertas a la basura importada nos obliga a mirar el plástico de frente. Pasamos del “ojos que no ven…” a datos que sí cuentan: gobernar entradas y usos, resolver la logística —también la inversa— y verificar resultados. La cooperación vertical por industria compacta costes, reparte riesgos con justicia y ofrece el lenguaje común que exigen financiadores y organismos supranacionales.
No hay bala de plata; hay sistemas sencillos que se sostienen en el tiempo: materiales mejor elegidos, operaciones bien diseñadas, contratos con métricas claras y financiación ligada al desempeño. La regla es tan simple como exigente: quien más impacto y control tenga, más coste asume; quien demuestre ahorros reales, accede a mejor financiación.
El resto es ejecución. Si cerramos el círculo en el perímetro del activo —con trazabilidad honesta y una narrativa transparente para el usuario— el plástico deja de “desaparecer” y empieza a gestionarse donde siempre debió: cerca de donde se consume.
Lectura recomendada: https://www.nytimes.com/es/2025/07/02/espanol/tiempo-y-clima/exportacion-basura-estados-unidos.html